Nos preguntáis mucho por las baterías virtuales. Nuestro departamento de comunidad puede explicaros y asesoraros – aunque las baterías virtuales las ofrecen solo las comercializadoras y nosotros no lo somos -. Os dejamos aquí una breve explicación, que esperamos, os sirva para aclarar conceptos.
Las instalaciones de energías renovables, principalmente las de autoconsumo fotovoltaico aunque no sólo, suponen un ahorro sustancial en la factura eléctrica. La posibilidad para la ciudadanía de convertirse en productora y consumidora de su propia electricidad despegó en 2019 y en 2022 marcó su mejor año, con la incorporación de 2.507 MW nuevos para alcanzar un parque total de 5.249 MW. Este récord se vio favorecido por la tormenta perfecta de la crisis de precios energéticos, agravada sustancialmente por la invasión de Ucrania.
Sea cual sea la motivación principal de quiénes que se han sumado a esta ola – rentabilidad económica, independencia del oligopolio, conciencia medioambiental-, el ritmo de crecimiento del autoconsumo se ha ralentizado últimamente, en parte debido a la sensación de que los precios de la electricidad se han relajado; una percepción errónea, porque siguen bastante por encima de los niveles pre-pandemia. El resultado es que en España, y a pesar de sus envidiables condiciones climatológicas, las instalaciones de autoconsumo representan un porcentaje bastante menor que en otros países con menos radiación solar y están aún lejos de los objetivos marcados por el Gobierno.
Otro de los factores ligados al autoconsumo es que los prosumidores – productores y consumidores – pueden generar, siquiera puntualmente, más electricidad de la que necesitan. Por eso existe la posibilidad de verter a la red los excedentes a cambio de una compensación por parte de su comercializadora. Este sistema tiene un pero: las compañías suelen pagar los kilovatios sobrantes por debajo de lo que cuesta generarlos. A falta, al menos de momento, de baterías físicas asequibles (y no sólo en términos de precio) para almacenar esa electricidad excedentaria producida, esta realidad puede frustrar a los titulares presentes y futuros de instalaciones de autoconsumo. Bueno, podía, porque ya hace tiempo que existe otra opción, la de las baterías virtuales.
¿Cómo funciona la batería virtual para autoconsumo?
Una batería virtual almacena el valor en euros, no en kilovatios, de la electricidad sobrante, que se resta del importe final de recibo. Es decir, no sólo generas tu energía al coste más bajo (caso de la solar fotovoltaica), sino que a este efecto se le suma una fuente de ingresos adicional y flexible que llegará en ocasiones a eliminar totalmente este epígrafe de tus gastos. ¿Importe de la factura? Cero euros.
El ya citado mecanismo de compensación simplificada de excedentes sólo te permite aplicarlo en la factura del mes en que aquéllos se generaron, mientras que la batería virtual debe a su sustantivo (batería) la capacidad de que los saldos no caduquen: ahí seguirán almacenados, a modo de monedero, mientras no los pongas a trabajar; porque pueden gastarse o repartirse entre recibos posteriores. Además, el descuento del mecanismo usualmente , mientras que con las baterías virtuales el valor de la energía sobrante resta sobre la mayoría de los capítulos del recibo, incluidos los peajes y cargos.
Por último, en el mecanismo de compensación hay un límite regulado por el que excluye todo excedente que supere el valor de lo consumido de la red eléctrica; porque, no lo olvidemos, las instalaciones fotovoltaicas de pequeños consumidores no suelen ser autosuficientes en todo momento, por lo que en ocasiones tienen que tomar kilovatios de la red.
En cualquier caso, y mirado desde otra perspectiva, las baterías virtuales permiten una mayor eficiencia energética general, ya que reduce los kilovatios generados que antes se perdían o no se remuneraban. Y al ofrecer mayores posibilidades a las pequeñas instalaciones, puede servir de acicate para reactivar la apuesta por el autoconsumo, especialmente el doméstico residencial.
La fórmula ha dado entrada a nuevas comercializadoras independientes, surgidas al calor del número creciente de personas que, entre otros motivos, apostaron por la energía distribuida para independizarse de las cinco grandes energéticas y favorecer así el desarrollo de un modelo más democrático y menos oligopolístico. Posteriormente, las grandes han ido incorporándose a la oferta de baterías virtuales y las hay que incluso han extendido el uso de la hucha, en determinadas circunstancias, a reducir la factura del gas.
Ventajas e inconvenientes de las baterías virtuales
El saldo acumulado en las baterías virtuales puede utilizarse también para pagar, parcial o completamente, la electricidad de otro inmueble. Es, por tanto, aplicable a las segundas residencias de la persona titular del autoconsumo original, o viceversa, pero también a la de un tercero (familiar o no); eso sí, con el único requisito de que ambos hogares estén suscritos a la misma comercializadora. Al ser virtual, no tienen por qué estar cerca el uno del otro, de forma que la vivienda 1 puede estar en Galicia y la 2 en Murcia, por poner por caso.
El sistema también lo pueden utilizar las empresas, creando esta especie de mini-comunidad energética con sus diversas sedes, almacenes o locales. No obstante, es en el ámbito doméstico donde se puede sacar más partido, ya que en condiciones normales la energía renovable sobrante se suele producir mayoritariamente en las horas centrales del día, cuando el consumo es más bajo porque la casa suele estar vacía.
Hay que tener presente que contratar una batería virtual tiene un coste (entre margen de comercialización y gastos de gestión), aunque éste se sitúa de media en unos 8 euros al mes.
Entre los inconvenientes, destacan los que se pueden encontrar leyendo la letra pequeña de las ofertas. Por ejemplo, hay que comprobar si hay un tope para los excedentes compensables, así como un periodo de caducidad de los mismos. Normalmente, la respuesta a ambas cuestiones es negativa, pero no está de más asegurarse.
Asimismo, las baterías virtuales no siempre merecen la pena; depende de las circunstancias particulares. Por ejemplo, son especialmente recomendables para aquellos casos en que existen grandes diferencias de producción de energía entre estaciones; y desaconsejables, o menos atractivas, cuando generación y autoconsumo están bastante a la par. También es importante conocer cómo se calcula el valor/precio de los excedentes: si es a precios de mercado no habrá problema, pero si se utiliza otra fórmula habrá que hacer cuentas.
Como es lógico, es físicamente imposible contratarlas si la instalación no está conectada a la red.
Respecto al incentivo de las baterías virtuales para el autoconsumo, desde su implantación se ha podido observar un redimensionamiento de las instalaciones fotovoltaicas, de forma que la media de potencia se ha incrementado. Y hay dinero para lanzarse a auto-producir energía limpia: en concreto, la última partida asciende a 500 millones de euros.