La dramática situación que se avecina con el cambio climático se suma a la falta de ética y de compromiso social ante una tragedia que erróneamente pensamos sólo afectará a otros. Las soluciones existen y están al alcance de nosotros, tan sólo falta que despertemos nuestro sentido de responsabilidad.
Llevo cinco años trabajando en un proyecto que invita al ciudadano a participar en un programa de compensación de la huella de CO2 para hacer sostenible ecológicamente nuestra manera de vivir; ya que nuestro “modus vivendi” es inviable.
Un español medio precisa de 6,4 hectáreas para neutralizar sus residuos y su emisión de CO2. En realidad, tan sólo disponemos de 2,4 hectáreas por lo que sobreexplotamos el planeta a costa del desarrollo de otros pueblos y la sostenibilidad de las generaciones futuras.
En el cómputo de estas emisiones no debemos incluir exclusivamente los gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera directamente por nuestras acciones. Hay que incorporar el CO2 emitido por los bienes y servicios que consumimos y que para su fabricación y transporte precisan de energía. El uso de combustibles fósiles para estos fines dispara nuestro déficit ecológico.
Por lo tanto, ¿podemos hacer algo para frenar esta barbaridad?. Sí, por supuesto que podemos actuar. Debemos adoptar hábitos ecológicos que frenen nuestras emisiones. Revisar nuestro modelo de consumo y apostar por el consumo local, replantearnos nuestro sistema de transporte, etc. Pero, con todo ello, no lograríamos paliar el desastre. El verdadero problema, como he indicado radica en la emisión de gases nocivos en la producción energética de las fábricas que nos sirven los bienes que demandamos.
¿Bastaría con cambiar de hábitos y reducir el consumo?… No es suficiente. Las energías sucias, responsables del Cambio Climático, deben ser nuestro principal objetivo de cambio.
Cierto es, que el decrecimiento es necesario para vivir mejor, pero por cuestiones prácticas, esta idea no prende. Tan sólo unas centenas de ciudadanos muy concienciados, ilustrados y austeros serán capaces de abordar así el problema. Pero… es obvio que unos cientos de ciudadanos no pueden frenar las emisiones globales.
En cambio, desde la economía ética es posible que triunfe una solución al alcance de todos. Fomentar las energías renovables. Que nuestro “mix energético” se sustente de energía limpia libre de emisiones.
Y ¿cómo puede la ciudadanía fomentar la producción energética renovable? ¿Acaso no son de elevado coste? Toda producción energética limpia es necesaria, pero la única que está al alcance de nuestras manos es la tecnología solar fotovoltaica y la energía solar térmica. Porque al ser modular podemos instalar uno o dos o cien paneles en nuestras casas o edificios. Así de sencillo.
Traduce responsabilidad en acciones
Os propongo participar en una huerta solar urbana. Invertir vuestros ahorros de acuerdo con la necesidad de mejorar nuestra fórmula desquiciada de vida.
Llevamos cinco años con este modelo y prácticamente todo el mundo que ha comprado participaciones lo hacía por sacar una enorme rentabilidad a sus ahorros, invirtiendo a partir de 2.500€. Desde luego, la ética no está reñida con la prosperidad. Pero, es decepcionante comprobar que son pocas las personas que a lo largo de cinco años han acudido a nuestro programa de compensación por ética medioambiental.
En el panorama actual con la incertidumbre de las primas (que son las que confieren a la inversión tan alta rentabilidad) ha provocado que se hayan parado en seco las ventas. Sin embargo los recortes en las primas a la energía solar persiguen a las grandes instalaciones en suelo rústico y dan prioridad al desarrollo de huertos solares urbanos sobre cubiertas y tejados.
Aún en el caso de que hubiese bajada en las primas podemos seguir teniendo la suerte de que compensar en parte nuestra huella de CO2 o neutralizarla completamente, no solo nos sale gratis, sino que sigue siendo rentable para nuestros ahorros. Ya que al ser necesario aún apoyo público para la consolidación de esta tecnología, aunque hubiera retroactividad en las primas actuales, se sigue obteniendo una rentabilidad muy superior a cualquier producto financiero.
Tenemos el convencimiento de que no es necesario volver a las cavernas para ser más sostenibles. Tan sólo debemos cambiar nuestro modelo energético. Por ello, nuestra propuesta viene de la visión económica, sin entrar en contradicción con la visión medioambiental, sino que la complementa y la hace eficaz. Las cosas prosperan si son económicamente rentables. Esta es la realidad. Ahora mismo compensar en parte nuestra huella de CO2 no solo es un deber de responsabilidad, sino que aporta rentabilidad a nuestros ahorros.
Soluciones sociales al Cambio Climático. Es hora de actuar, ahora es necesario.
Como dice la canción: despabílate amor.
María José Romero
Directora de ecooo