Por Juan José del Valle, Director Técnico en Ecooo.
Una muy buena parte de la población sigue pensando que el autoconsumo es ilegal, que existe un peaje al sol para el decide generar su propia electricidad o que existen millonarias multas para los propietarios que ponen placas solares en sus tejados. Este discurso repetido como un mantra por las grandes compañías eléctricas ha calado tan hondo en la sociedad, que ha producido, según Juan Jose del Valle, la solarfobia, o lo que es lo mismo, el miedo irracional por poner placas fotovoltaicas en los hogares. El director técnico de Ecooo, nos explica a través de artículo en Galde, los motivos reales del por qué existe una débil demanda por apostar por el autoconsumo, a pesar de las innumerables ventajas que tiene tanto para los bolsillos de los usuarios, como para el medio ambiente.
La solarfobia puede definirse como el miedo a colocar placas fotovoltaicas en el tejado de una casa. Es una de las fobias a las renovables más comunes y, posiblemente, más extendidas en España. Las personas aquejadas de esta fobia creen que el autoconsumo es ilegal, que un peaje al sol hace inviable autogenerar energía, que hay malignos inspectores sancionando por doquier a los productores verdes, multas millonarias o peligros futuros. Las reacciones de los solarfóbicos pueden parecer irracionales a ojos de los ciudadanos de otros países como Portugal, Alemania, Francia, Reino Unido, Chile, donde las personas disfrutan del sentido común de generar energía en sus tejados.
En un estado donde el 35%1 de la población reside en más de 5 millones2 de viviendas unifamiliares o adosados, hubiera sido sencillo que al menos el 1% de los hogares, 50.000 viviendas, se hubiera lanzado ya a generar energía gratis con el sol. Que tu vivienda genere el 40% de su energía, o un 25% de ahorro en la factura, son argumentos muy atractivos per se. Sin publicidad y sólo con el boca a boca, el efecto contagioso de la energía solar hubiera provocado una explosión renovable. Pero a Junio de 2016 se encontraban registradas un total de 51 instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo en la sección 1 del Registro de Autoconsumo de Industria, la de los pequeños suministros de potencia inferior a 10kW, lo más común en hogares.
Desde un punto de vista racional, la casi nula implantación del autoconsumo en España no tiene más que ver con las barreras de la legislación vigente, que no son tan grandes como parecen, como con la parálisis colectiva provocada por el miedo. El temor es necesario para protegerse y sobrevivir, pero una mala interpretación de la realidad y una información errónea puede activar el mecanismo del miedo cuando no debería hacerlo. Son las denominadas fobias o los miedos irracionales.
En los últimos 6 años se ha desarrollado en España una de las campañas de comunicación y manipulación anticlimática más exitosas de todo el mundo. La solarfobia generalizada es la gran victoria de toda la gran industria de las energías sucias.
Todo comenzó en la primavera de 2010 en la forma de nuevos mitos. Las plantas fotovoltaicas generaban energía de noche, hasta que la Comisión Nacional de Energía (CNE) demostró meses después que eran errores de medida. Los productores renovables eran “cazaprimas”, aunque prefirieron financiar con su capital la transición renovable. El déficit de tarifa era culpa de las renovables y encarecía la factura, aunque en realidad bajaba el precio del mercado mayorista. Los medios de comunicación fueron el altavoz necesario y para lograr mayor difusión las informaciones tenían que ser sensacionalistas. Los creadores de mitos querían cambiar conciencias y lo consiguieron. Transformaron prestigio en desprestigio asociando valores negativos a las renovables, generando hostilidad y antipatía, cuando no sospecha y cautela.
Esta animadversión sirvió para justificar los cambios legislativos en contra de los productores renovables. Durante 4 años se sucedieron diversos decretos que perjudicaron a más de 60.000 productores, reduciendo sus ingresos. El objetivo entre otros era sanear el sector eléctrico sin tocar los cuantiosos beneficios de centrales nucleares, las hidroeléctricas, el carbón o los ciclos combinados. La Ley 23/2013 y el RD413/2014 culminaron el proceso de recortes garantizando una rentabilidad positiva y razonable a todas las instalaciones renovables. Pero caló en la opinión pública otro mito: que los productores se habían arruinado.
Fue así como la campaña anti-renovable del oligopolio evolucionó a un segundo nivel: la cultura del miedo. Con un consenso internacional sobre el cambio climático y sobre el papel de la eficiencia energética y las renovables para combatirlo, resultaba bastante complicado asociar a las renovables a una amenaza real. Pero conscientes de que el miedo se activa ante amenazas cercanas y no lejanas, aproximaron la amenaza a la vida de las personas. Se promovió insistentemente, que convertirse en productor renovable podía llevar a la ruina a la gente o afectar a su seguridad económica para siempre.
Así los perjudicados y los movimientos sociales cumplieron sin pretenderlo una función importante en la campaña de desprestigio. El castigo a las renovables tuvo una clara intención ideológica: “las renovables son inseguras, no te puedes fiar de ellas”. La visibilización de las víctimas es necesaria para grabar un mensaje mucho más profundo. Evidentemente había que movilizarse y actuar contra las políticas injustas, pero nadie podía imaginar que el oligopolio aprovecharía la fuerza de la protesta en su favor, ahondando en la fobia a las renovables.
Entretanto en noviembre del año 2011 se legaliza el autoconsumo en España con el RD1699/2011. Este real decreto permitía construir generadores eléctricos renovables de hasta 100kW, luego abría el camino al sol y al viento en todas las viviendas, industrias y servicios. Aquí el oligopolio volvió a dar una lección de manipulación. Primero se creó la ilusión de que no existía real decreto de autoconsumo, cuando lo único que faltaba era un nuevo real decreto que mejorara las condiciones del autoconsumo existente recompensando los excedentes con un balance neto o similar.
En segundo lugar, desde el Ministerio de Industria se comenzó a agitar cada pocos meses el rumor de que en breve se aprobaría un nuevo real decreto de autoconsumo. Se trataba de animar a las personas interesadas a esperar un poquito más para ponerse los paneles. Lo que ocurrió fue que nunca cumplieron su palabra y transcurrieron años de espera pese a que el autoconsumo ya era legal y viable desde el 2011. En ese tiempo, se publicaron 3 borradores de real decreto que de nuevo valiéndose tanto de los medios de comunicación lanzaron amenazas: peaje de respaldo, peaje al sol, penalizaciones, multas, etc. Fue una jugada maestra con la que lograron paralizar el autoconsumo, sin tener siquiera que aprobar un real decreto para ello. Bastó con la amenaza a lo desconocido.
Finalmente, en octubre de 2015, se aprueba un real decreto, el RD900/2015 que apenas implica modificaciones respecto al marco ya existente desde el año 2011. Se imponen algunas modificaciones técnicas y administrativas para antiguas instalaciones y multas para los que no las cumplan. Pero el objetivo de estas barreras no es tanto perseguir a los antiguos autoconsumidores, como volver a crear inseguridad a futuro para los que se lo quieran poner. El Ministerio de Industria no tiene medios para inspeccionar las antiguas instalaciones de autoconsumo y eso lo sabe la gente pues ningún autoconsumidor está aplicando las modificaciones que pide el real decreto. En todo caso lo que hay son autoconsumidores que están aprovechando para mejorar y ampliar sus instalaciones.
Por otro lado no existe ningún peaje para aquellas instalaciones que se montan en viviendas. El peaje a la energía autoconsumida existe para los consumidores de más de 10kW, que son normalmente industrias y servicios, y lo único que hace es aumentar el plazo de amortización en 2-3 años.
Hay un mantra que se repite a menudo: “después de lo que hicieron con las renovables, conviene estar alerta y vigilantes. Mejor esperar a una situación mejor”. Ni en sus mejores sueños, IBERDROLA hubiera imaginado un escenario tan ventajoso a sus intereses. Por supuesto, el real decreto de autoconsumo no es suficientemente bueno y habrá que derogarlo por completo para construir algo mucho mejor, pero de nuevo es un mito que el autoconsumo a día de hoy sea inviable.
Cuando el miedo sobrepasa una dosis soportable, se vuelve patológico y crea bloqueos. En esa situación nos encontramos en pleno año 2016. Una tecnología limpia y madura, mucho más barata que un coche, que convierte nuestros hogares en ecológicos y nos permite ahorrar dinero y emisiones de CO2, resulta que apenas se instala en uno de los países con mayor recurso solar de Europa.
Las pocas personas que no se dejaron llevar por la fobia, siguieron adelante con sus planes, generando energía renovable en sus propias casas desde hace años. Ni les han perseguido, ni están perdiendo dinero. Todo lo contrario, están ganando. No son héroes, ni valientes, ni personas extraordinarias, simplemente actúan racionalmente y dejándose llevar por el sentido común. ¿Podremos reírnos dentro de unos años de lo absurdo que fue tener esta fobia masiva durante tantos años? Es el momento de actuar.
NOTAS:
Solarfobia, el triunfo del oligopolio sobre la razón
20/01/17 | ECOLOGÍA