Una vez más, las grandes corporaciones se comen el mercado de la generación eléctrica. La necesaria transición de modelo energético se ha quedado en un intento de reducción de emisiones que ni cuestiona el modelo productivista y desarrollista, ni cuestiona el modelo de propiedad y generación de la energía.
Según una información publicada recientemente en Ballena Blanca, los planes para grandes parques de energía solar inundan nuestro país. ACS plantea plantas solares que ocupan un espacio de 1.400 hectáreas, Iberdrola 2.300 hectáreas. Es decir, más de lo mismo: capital concentrado en pocas manos, grandes productoras y poca distribución de la propiedad.
Si bien se está impulsando otro tipo de generación eléctrica a través de la energía solar fotovoltaica tal y como se reconoce en el Plan Nacional de Energía y Clima, los cambios no han sido profundos y desde luego no suponen una transformación en el modelo, altamente concentrado en cinco corporaciones cuyo principal negocio siguen siendo las energías fósiles y muy contaminantes.
Lo pequeño – y distribuido – es hermoso
Lo pequeño, es hermoso, tal y como decía E.F. Schumacher en su libro titulado de la misma manera. Sin embargo, parece que la tendencia de lo energético va por otro camino. En el informe Big Polluters 2019 del Observatorio de la Sostenibilidad, se desprende que el principal sector contaminante “sigue siendo la quema de combustibles fósiles, es decir, carbón, fuel y gas con un 53%”. Las 10 empresas eléctricas que más gases de efecto invernadero emiten son: Endesa con 30 millones de toneladas, Naturgy 9 millones, EDP (Energías de Portugal) España con casi 9 millones, Iberdrola con 3.3 millones de toneladas de CO2 emitidas. Sólo estas empresas emiten más de 50 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera al año.
Con estas cifras vemos cómo las grandes eléctricas no tienen el menor interés en moverse un ápice de sus ganancias estratosféricas, ni de su modelo de propiedad. El cambio se está produciendo lentamente y por obligación.
Otro modelo energético es posible
Desde las aquellas organizaciones que apoyamos el cambio del modelo energético apostamos por un sistema energético distribuido y democrático. Esto no sólo flexibiliza el sistema y lo hace más seguro, sino que además, abarata la energía.
Las grandes macroplantas hablan de economías de escala, pero con la energía fotovoltaica no funciona así. El hecho de montar una macroplanta genera economías de escala para los promotores, pero no para los consumidores. Es decir, hace que al promotor le salga más barato el suelo, pero eso no significa que vaya a repercutir en el precio de la energía. Además, empresas como Endesa han demostrado en múltiples ocasiones su falta de transparencia y ética. Así lo demuestran las últimas multas recibidas por parte de la CNMC por alterar indebidamente los precios de la energía o las impuestas por Barcelona al cortar el suministro a personas en situación de pobreza energética. Lo mismo le ha ocurrido a Naturgy.
Instalando paneles solares en casa, ya sea individual o un edificio de vecinos, puedes ahorrar hasta un 46% en la factura de la luz y reduces tu dependencia de las grandes corporaciones contaminantes y monolíticas. Además,ayudas a romper la dinámica de concentración de poder gracias a la descentralización de la producción y de la propiedad.