Nada nuevo bajo el sol. Las implicaciones laborales del cambio climático son catastróficas, como todo lo demás por otra parte. Sin planeta no hay trabajo es el informe de Ecologistas en Acción y Fundación Biodiversidad que analiza desde distintas perspectivas el abismo que se abre con esta nueva era climática.
Hace trece años, allá por el 2006, se publicó el informe Stern que cuantificó las consecuencias económicas tanto de la acción contra el cambio climático como de la inacción. Stern estimaba que, de seguir en la senda del calentamiento, el crecimiento económico se vería reducido en un 20% anual. Cada tonelada de dióxido de carbono que se emitía costaba en torno a 85 dólares o más. Sin embargo, el coste de tomar medidas contra los gases de efecto invernadero para evitar empeorar la situación actual, suponía un coste de alrededor del 1% del Producto Interior Bruto global anual. Stern estimó que las catástrofes naturales provocarían 300 millones de personas refugiadas cuyo desplazamiento forzoso se debería a catástrofes naturales.
Trece años después, algunos elementos de la clase política siguen negando el cambio climático. Trece años después, las partes siguen sin ponerse de acuerdo en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en las conferencias climáticas.
Una transición económica mal gestionada
A pesar de las advertencias de la comunidad científica y algunos sectores de la clase política política, la transición económica para una transición ecológica no se está produciendo de la manera adecuada. El ejemplo más claro es con las minas de carbón, tal y como se cita en el informe. “El falso concepto de prosperidad en esas zonas estaba basado en una economía de monopolio, en este caso el carbón, una actividad extractiva que ha permitido que no hayan sufrido los procesos de despoblamiento en los que están inmersos muchas de sus comarcas. Así, cuando el monopolio desaparece la degradación económica se produce de forma inmediata”.
Pero no sólo ocurre en el caso de la minería, también en la industria agroalimentaria: “la pérdida de valor de las actividades tradicionales como la gestión de pastos comunales, la diversificación de cultivos, las técnicas tradicionales de gestión de los recursos tradicionales… están en el centro también de la problemática ambiental. Se vuelve a dar en estos sectores un binomio destructivo en forma de su incapacidad de acceder a los mercados de comercialización por estar cooptados por grandes plataformas agroalimentarias, así como, suelen asumir proporcionalmente mayores cargas fiscales y costos de producción, lo que les hace difícil encontrar un encaje más allá de circuitos especializados”.
Las propuestas
En las jornadas que dieron lugar al informe “Sin planeta no hay trabajo” se establecieron las siguientes medidas adicionales para una transición energética justa:
La necesidad de apostar por la eficiencia energética en todos sus aspectos:
– Acelerar la rehabilitación energética de los edificios alcanzando una penetración muy elevada antes de 2030.
– Optimización de la tarificación eléctrica y de las potencias contratadas en hogares.
– Repensar la necesidad de tener algunos electrodomésticos como lavadoras en cada domicilio.
Plantear sistemas de intercambio de este tipo de bienes.
– Analizar ejemplos de comunidades sostenibles e importar buenas prácticas.
– Denunciar malas prácticas como el alumbrado navideño.
Acelerar la penetración de las renovables alcanzando un sistema 100% renovable en 2030:
– Mejora del autoconsumo y programas de ayuda a la instalación de renovables en hogares.
– Mejora de los esquemas retributivos a las renovables en domicilios
– Apoyo a proyectos cooperativos de instalación de renovables
– Es necesaria una correcta planificación para prevenir los impactos territoriales de las energías renovables.
Es necesario avanzar más en el sector del transporte que es el más emisor:
– Impulsar de forma rápida zonas de bajas emisiones amplias y restrictivas
– Modificar la fiscalidad ambiental para adecuarla a la lucha climática
– Iniciar programas de sensibilización sobre la necesaria reducción del vehículo privado
– Impulsar mecanismos de alquiler o uso compartido de vehículos.
– Buscar mecanismos de transporte adecuados para dar respuesta al medio rural.
– Ejemplos ya implementándose en otros territorios como los Taxi-Bus de Navarra.