La COP en Azerbaiyán: la paradoja del buenismo de un régimen autoritario
La Conferencia de las Partes (COP) ha comenzado y este año toca en en Azerbaiyán. Los líderes mundiales se reúnen para debatir sobre financiación climática, energías renovables y poner a la ciudadanía en el centro de la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, este evento tiene lugar en un país gobernado por un régimen opresor, donde criticar los combustibles fósiles puede llevar a la cárcel. Podemos resumir de esta forma la COP en Azerbaiyán: financiamiento climático en un régimen opresor
La ironía es ineludible, un régimen autoritario anfitrión de un evento que busca la salvación del planeta. Lo mismo ocurrió en Emiratos Árabes Unidos el año pasado o en Egipto en 2022. Además, la COP siempre se celebra a pesar del alto impacto ambiental de los vuelos privados que transportaron a miles de asistentes. Recordemos que entre 2019 y 2023 las emisiones de CO2 provocadas por los vuelos privados aumentaron un 46 %. Por tanto, cabe preguntarse ¿Se ha convertido la COP en un espectáculo para blanquear democracias débiles y legitimarlas ante la comunidad internacional?
El corporativismo bajo la apariencia de compromiso climático
Más allá de los intentos de discursos inspiradores sobre la distribución de la riqueza de Pedro Sánchez, por ejemplo, la COP se ha transformado en un macroevento corporativo. Tenemos demasiados ejemplos, en Egipto, Coca-Cola fue el principal patrocinador; este año, la aerolínea de carga más grande de Azerbaiyán, Silk Way West Airlines y las petroleras vinculadas a la familia del presidente toman ese lugar, en la COP27 celebrada en Madrid tenemos a Egyptair y a todo el oligopolio energético y bancario. Las verdaderas prioridades quedan claras, no se trata de políticas climáticas transformadoras, sino de networking y acuerdos millonarios a puerta cerrada contra los derechos humanos.
Un ejemplo claro es el caso del economista azerbaiyano Farid Mehralizada, quien ha estado en prisión desde junio por abogar por la descarbonización de su país en los medios de comunicación. Actualmente enfrenta una condena de 12 años por haber publicado críticas que contravienen los intereses del presidente Ilham Aliyev. Aliyev, que sucedió a su padre Heydar Aliyev (líder de Azerbaiyán desde 1993 hasta su muerte en 2003), ha gobernado con mano de hierro durante dos décadas, consolidando su poder al nombrar a su esposa, Mehriban Aliyeva, como primera vicepresidenta hace siete años.
La tolerancia a como producto del chantaje energético
¿Por qué Occidente y Europa toleran y legitiman a un régimen así? La respuesta es simple, Azerbaiyán es un actor clave gracias a sus grandes reservas de gas natural. Paradójicamente, se le permite liderar debates sobre la lucha contra los gases de efecto invernadero, mientras se mantiene como un aliado estratégico de Vladimir Putin. En otras palabras, Azerbaiyán es el «pequeño gran protegido» de Rusia en Europa, capaz de usar sus recursos energéticos como herramienta de presión política.
El problema no radica solo en la hipocresía de los regímenes autoritarios, sino en la permisividad de las Naciones Unidas. En lugar de contrarrestar estas dinámicas, permiten que oligarquías heredadas del siglo XX sigan dictando las reglas del juego político. Esto se aleja del propósito original de la COP de promover políticas sostenibles y éticas.
Como sociedad exijamos responsabilidades cuando internacionalmente se apoya a un régimen y se le blanquea como agente en la lucha contra el cambio climático a la par que encarcela y vulnera los derechos humanos de cualquier activista climático, se alía con Putin y negocia con el genocida de Netanyahu.
La revolución solar: el poder de la ciudadanía organizada
En contraste, la ciudadanía está despertando, aunque de una forma desordenada. Frases como «solo el pueblo salva al pueblo» resuenan tras desastres climáticos recientes, como la DANA en Valencia. Aunque populista, refleja una verdad: si las instituciones fallan, la colectividad debe actuar.
Ante la inacción institucional, es hora de que la ciudadanía tome el control de su propia situación. La creación de comunidades energéticas locales y la inversión en plantas fotovoltaicas socializadas son pasos hacia un modelo más sostenible y justo. No necesitamos esperar a que los líderes mundiales actúen; podemos organizarnos y aprovechar los recursos a nuestro alcance para construir un futuro mejor.
La revolución solar ya está en marcha, y somos imparables. Tomemos conciencia del poder transformador que yace en la acción colectiva. Únete y sé parte del cambio.