Por Salvador Ferreiro (Os recomendamos visitar su excelente blog: http://renovablessinlimites.blogspot.com)
Si hipotéticamente la radiactividad no tuviese efecto nocivo alguno sobre la vida humana, animal, y vegetal, simplemente estaríamos hablando de un tipo de energía proveniente del Uranio, que se está agotando.
Los combustibles fósiles, además del cambio climático, son los responsables últimos de una población excesiva y una agricultura intensiva, que está devastando buena parte de la faz del planeta. Pero la nuclear es perniciosamente peculiar. Ninguna otra industria energética, tiene el peligro potencial (y real) de contaminar vastas extensiones de kilómetros cuadrados para los siguientes milenios, con una continuada ocurrencia de cáncer y defunción, durante dichos milenios.
Si nos vamos al país nuclear por antonomasia (Francia), parece que el efecto Fukushima, está teniendo consecuencias. Uno no sabe si pensar si las siguientes dos noticias, son solo una campaña, y una contracampaña, o verdaderamente son dos distintos “estados de ánimo” de una población que está cambiando de parecer según avanzan los acontecimientos.
Sondeo 15 Marzo: La mayoría de los franceses quiere la energía nuclear
Sondeo 31 Marzo: La mayoría de los franceses rechaza la energía nuclear
Da igual. Aparquemos por ahora, cualquier aspecto del debate (el eterno debate). La industria nuclear es plenamente consciente de su declive, pero lógicamente quiere sobrevivir, e intentar comunicar que existe un “renacimiento nuclear”.
La realidad es otra, y es fácilmente contrastable. Muchos años antes que Fukushima, fue en 1986 cuando se produjo el verdadero punto de inflexión de la energía nuclear, a raíz de Chernóbil. Desde entonces se construyen muy pocas centrales (que aumente el global respecto a las que cesan), y las que hay, son cada vez más viejas.
http://www.worldwatch.org/system/files/NuclearStatusReport2011_prel.pdf
Ahora con Fukushima, no es de esperar que este estancamiento vaya a mejorar, sino todo lo contrario. Este año, pueden causar baja 13 reactores. Al muy probable cierre de los 6 reactores de Fukushima, hay que sumar el cierre provisional por tres meses (que puede ser definitivo) llevado a cabo por Alemania con sus 7 centrales más antiguas construidas antes de 1980 (ya en 2001 Alemania aprobó una ley que preveía el cierre de sus centrales nucleares tras un periodo de 32 años).
En cualquier caso no debemos fijarnos en lo que haga un país mayoritariamente antinuclear, a semejanza de lo que siempre hace el lobby nuclear (siempre pone como ejemplo a Francia), sino que hay que analizar el global mundial. Las verdaderas consecuencias del nuevo desastre nuclear, serán la suspensión de nuevos proyectos (como ha hecho China), y para aquellos que no se cancelen, el incremento de los costes financieros.
Observando el gráfico anterior, como la mayor parte del parque mundial, está por encima de los 20 años, a pesar de que se siguen construyendo nuevas centrales, éstas influyen o pesan muy poco, en el cálculo de la edad media actual de 26 años. También se observa que se inauguran muy pocas centrales cada año, y hay que tener en cuenta que cada central inaugurada empezó a construirse una década antes, ya que ese es el tiempo medio de construcción. Pronunciar frases como “actualmente hay 56 unidades más en construcción” es una artimaña dialéctica porque parecen muchas, pero en realidad hay que dividir este número por 8 o 10, para obtener el número de centrales que “nacerán” cada año.
En el informe “The World Nuclear Industry Status Report 2004”, la edad media era de 21 años. En el informe “The World Nuclear Industry Status Report 2007”, la edad media era de 23. Y en el informe “The World Nuclear Industry Status Report 2009”, era de 25. Es decir que el parque mundial, sigue envejeciendo un poco cada año. Otra causa más de esto, es que la edad de cierre de cada reactor es de 22 años de media, algo menos que la edad media global. Puede que en el informe que se haga dentro de 5 años, tengamos una edad media cercana a los 30 años. Y esto no es una proclama antinuclear. Es sencillamente la conjunción de tres elementos inamovibles: construcciones históricas, cierres históricos, y matemática elemental.
Es inevitable. En pocos años se hará plenamente evidente que la energía nuclear, se está dirigiendo hacia una “muerte lenta”. Primero hacia un parque mundial extremadamente viejo, y después cuando cierren muchas de las centrales cercanas a los 40 años, el parque mundial “rejuvenecerá” levemente, pero entonces será mucho más pequeño. Y ya dentro de 20 años, la casi totalidad de centrales existentes, serán las pocas construidas post-Chernóbil. Ahora bien, hablar de la completa extinción de la energía nuclear, es entrar en “tierra incógnita”. Podría ocurrir en unos 50 años, o quizás podría no ocurrir en este siglo (porque algunos países persistan en mantenerla), pero en cualquier caso, si será testimonial respecto al máximo de 444 reactores.
En este y en otro artículo, pretendemos aportar luz, a tantos de nosotros, que sabemos tan poco de la compleja tecnología nuclear, como para poder cuestionarla honestamente (asépticamente de partidismos, sin manipulación informativa, y con datos rigurosos), frente a cualquier pro-nuclear que también sea honesto (un “rara avis”, aunque alguno hay).
Expondremos dos partes claramente diferenciadas. Una es sentimental, porque recuerda el 25 aniversario del devastador Chernóbil. Los sentimientos afloran al recordar la lucha a muerte por evitar un mal mayor, la extensión de la contaminación, pero sobretodo las numerosas víctimas afectadas. No queda otra. Es Historia con mayúsculas, y desgraciadamente dentro de 475 años, se seguirá recordando el quinto centenario de aquel maldito día, pero no como algo que pasó.
La segunda parte (una segunda entrada) será no obstante, una larga lista de datos técnicos, casi todos obtenidos de la trascripción literal del libro “El espejismo nuclear” de Marcell Coderch y Nuria Almiron, que os recomiendo encarecidamente. Este libro consigue hacer entender a cualquiera con poco o nada de conocimiento técnico nuclear, que estamos ante un imposible. Aun dejando de lado la peligrosidad, sigue siendo la opción energética económicamente más cara, ya que necesitará de inversión, aun cuando ya no exista. Lo veremos punto por punto.
24.000 años, 300.000 niños afectados, 600.000 liquidadores.
No se si habrás pensado alguna vez la profunda y categórica siguiente frase. “Dentro de solo 120 años, serán otros, los siete mil de millones de personas, los que habiten el mundo.”
Toda la Tierra la habitarán nuevos seres humanos, y por ley de vida no podremos estar allí. Pasado ese largo tiempo, el único vínculo de ellos hacia nosotros, serán las fotos y los recuerdos que quizás guarden cariñosamente unos pocos de nuestros descendientes. Y ya si hablamos de 200 años, suponiendo que no eres profesor de Historia, dime si puedes nombrar a más de diez personajes ilustres, que vivieron entorno al 1811.
Solo unos pocos de nosotros, tendrán el honor de conseguir un gran avance médico, como tal vez la curación de SIDA, o por ser capaces de reivindicar la paz para todo un país, como Gandi o Mandela, y estas personas excepcionales, serán recordadas a lo largo de la Historia, por ser ejemplos para el ser humano. Sin embargo también a veces personas normales y corrientes como nosotros, llegarán a formar parte de la memoria histórica, al ser partícipes de en un instante de gran trascendencia.
El fotógrafo ruso Igor Kostin tendrá su rincón en los libros de Historia por ser el primer y excepcional testigo vivo (otros dos reporteros murieron) del peor desastre ocurrido en la industria nuclear, pero seguramente deteste dicho “honor”, frente a la indignación que siente respecto al olvido de los que realmente salvaron al mundo. Un olvido doblemente inmoral, ya que no hablamos del reconocimiento de su valor, sino del abandono que sufren en vida, frente a los graves problemas de salud que todos ellos acarrean desde entonces, incluido el propio Igor Kostin.
Otras tres personas a los que la memoria histórica les hará justicia antes o después (y no basta un simple monumento dedicado a ellos) son Alexei Ananenko, Valeriy Bezpalov y Boris Baranov. Ellos fueron tres personas más, de entre los miles que murieron rápidamente en los primeros días: trabadores de la central, bomberos, militares, médicos, etc. Sin embargo, estas tres personas demostraron tener un valor, que está muy por encima de una escala uno al diez. El blog “La pizarra de Yuri” les hace un magistral homenaje, rememorando frases tan simples y contundentes como “Yo iré.” y “Yo iré con vosotros”.
http://lapizarradeyuri.blogspot.com/2010/04/los-tres-superheroes-de-chernobyl.html
Pasado de Chernóbil: 600.000 mil hombres se dejaron allí, buena parte de sus expectativas de vida, o sencillamente ya están muertos. La población fue expuesta a una radiación 100 veces mayor a la de la bomba de Hiroshima, mas de 400.000 personas fueron evacuadas, y 2000 aldeas fueron destruidas.
Presente de Chernóbil: Los niños son los que hoy en día, sufren las peores consecuencias, porque sus cuerpos se están desarrollando. Numerosos niños nacen con malformaciones congénitas, por contaminación durante el embarazo, y 300.000 tienen alguna afección debido a la radiación.
Futuro de Chernóbil: Hasta dentro de veinticuatro mil años, habrá que seguir reaislando el sarcófago, o construir otros nuevos a modo de muñeca matrioska. Entre los muchos radioisótopos contenidos, uno es el plutonio-239, con un periodo de semidesintegración tan largo como 24.000 años, y es sumamente mortal. ¿Alguno de ustedes quieren ser los nuevos liquidadores para el nuevo sarcófago, por un buen sueldo?
Estos son los tributos concedidos en el pasado y en adelante, a aquel desastre que se pensaba era imposible. Y cuando pasaron los años, también se volvió a decir que “otro Chernóbil era imposible” (independientemente de que Fukushima sea mucho menos grave).
Los elementos radiactivos que se dispersaron fueron varios, pero cada uno tuvo una expansión distinta. El plutonio-239 está disperso en un territorio relativamente pequeño.
Sin embargo el isótopo Cesio-137 se depositó por toda Europa, en mayor o menor medida. Tiene un tiempo de desintegración de 30 años, y es especialmente peligroso por que el cuerpo humano lo confunde con Potasio, y se acumula en los músculos
http://www.unscear.org/docs/reports/annexj.pdf
He aquí una carta de un jefe de sala de control de una central nuclear, que quiere permanecer en el anonimato, ya que no le gustaría que el lobby nuclear “utilice” sus declaraciones, lo cual le honra. Expone que ellos son todos trabajadores muy preparados, y que se entrenan asiduamente con simulacros de crisis. Lo que ha pasado en Fukushima refuerza todavía más su convicción de que trabaja en un lugar seguro, y que tiene muchas más posibilidades de tener un accidente, cuando viene al trabajo en coche. En todo esto, le doy completamente la razón, y además se perfectamente que la gente de los pueblos cercanos, está encantada de tener la central como soporte económico. Trabajar en una central nuclear es algo muy seguro y concienzudo. Pero su análisis se queda ahí.
Yo siempre comparo la energía nuclear, con la aviación moderna. Este medio de transporte es muy, muy seguro. Al igual que la nuclear tiene todos los sistemas críticos por triplicado, y si hay un incidente serio, se estudia para que no vuelva a ocurrir en otros vuelos. Es la forma de viajar con menor número de accidentes, por número de trayectos realizados. Si un vuelo cae, no tienes casi probabilidades de sobrevivir, pero que eso ocurra es una verdadera lotería negra, mucho más improbable, a que te toque la de Navidad.
La diferencia (la gran diferencia) entre la aviación y la nuclear, es que si tengo tan mala suerte de coger ese vuelo, me mato yo, y 150 personas más, pero ahí se acabo todo. Ese altísimamente improbable avión, no mata a miles de personas, no provoca enfermedades a cientos de miles, y no deja a mi país en la más absoluta miseria, donde nada se puede cultivar. No pierdo la cosecha de este año, sino la de cientos o miles de años. Generaciones y generaciones futuras, seguirán sufriendo las consecuencias, y para aquellos afortunados que no las sufran porque vivan a suficiente distancia, tendrán como mínimo que seguir vigilando y costeando el aislamiento de mis residuos durante miles y miles de años. Mucho más tiempo que la edad de las pirámides de Egipto.
Por eso, si cojo un vuelo, no tengo el más mínimo miedo, y en cambio detesto la nuclear por muy segura que ésta sea. Ningún pro-nuclear, puede cuestionar estos hechos, o decirme que tengo miedo irracional. Lo puedo decir más alto, pero no más racionalmente.
Y si crees que lo de Chernóbil, fue algo sumamente único (como ciertamente es único un terremoto de grado 9 más tsunami, o como también fue único el atentado a las torres gemelas, que bien podría haber tenido “otro” objetivo), a continuación tienes un análisis de la probabilidad de accidente nuclear grave (con fusión del núcleo y escape radiactivo).
Se estima que la tasa teórica actual es de 1/10000 por reactor y año, lo cual significa un accidente cada 10.000 años si sólo funcionara un reactor, o de un accidente cada diez años si tuviéramos mil reactores funcionando. La industria afirma, sin muchas pruebas, que los nuevos diseños cuentan con medidas de seguridad adicionales que reducirán esta probabilidad en un factor de diez, es decir, que la nueva generación de reactores sufrirá sólo 1/100.000 accidentes graves por reactor y año. De ser cierto, significaría que para un parque de 2000 reactores (como proponen algunos) tendríamos un accidente grave cada cincuenta años, la tasa que la industria considera “socialmente aceptable”.
Por tanto, resulta evidente que ninguna central es segura al ciento por ciento, como prueba el hecho ya indicado de la negativa de las compañías de seguros a cubrir la responsabilidad civil de las centrales nucleares en caso de accidente.
El espejismo nuclear.
Dejando los cálculos predictivos a un lado, y mirando la historia, han pasado unos cincuenta años de despegue nuclear (al principio habían muchas menos centrales, de las 437 actuales), y ya vamos por 4 accidentes de nivel 5 o superior (uno cada 12 años).
Seguramente desconozcas este otro accidente nuclear de Nivel 6, acontecido en 1957, que las autoridades de la Unión Soviética lograron permanecer oculto al gran público hasta la década de los 90.
http://en.wikipedia.org/wiki/Kyshtym_disaster
http://simple.wikipedia.org/wiki/Mayak_accident
Por último ¿sabías que el escape radiactivo más importante de España, se produjo en Madrid, en plena Ciudad Universitaria? El siguiente enlace tiene tintes políticos, lo cual nunca me gusta, pero es el mejor que he encontrado, porque aporta una gran cantidad de noticias fuentes publicadas.
http://palestradigital.wordpress.com/2011/03/18/ciudad-universitaria-madrid-1970-el-accidente-nuclear-que-franco-silencio
Contado por quienes vivieron o viven Chernóbil.
“La batalla de Chernóbil” es un documental emitido recientemente en La noche temática, que describe muy verídicamente, todo lo que fue, y ha supuesto actualmente esta catástrofe. A continuación vamos a extraer tan solo unos fragmentos de especial interés.
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Con el calor el bloque de cemento situado bajo la masa incandescente corría el riesgo de resquebrajarse, y de que el magma empezara a filtrarse. El agua con la que trataron de apagar el fuego había quedado embalsada debajo de ese bloque de cemento. Si el magma radiactivo entrara en contacto con el agua se desencadenaría una explosión aún más devastadora que la primera. Se convocó a los mayores expertos del país.
Vasili Nesterenko estaba trabajando para tratar de mejorar los misiles nucleares intercontinentales de la Unión Soviética. “Si el calor conseguía romper el bloque de cemento, la mezcla de 1400 kilos de Uranio y grafito, habría entrado en contacto con el agua, y se habría producido otra explosión.”
Si se diera esa situación, la reacción en cadena provocaría una explosión comparable con una bomba atómica gigantesca. “Nuestros expertos estudiaron esa posibilidad, y llegaron a la conclusión de que la explosión habría alcanzado una fuerza de entre 3 y 5 Megatones. Habría asolado Minsk, una ciudad situada a 320 km de Chernóbil, y Europa habría quedado inhabitable.”
Para los cientos de miles de refugiados a causa de la fuga atómica, y para los cientos de miles de veteranos que combatieron en la batalla de Chernóbil, la lucha contra el enemigo invisible no ha terminado. Todos siguen sufriendo los efectos de la radiactividad a la que estuvieron expuestos. En los meses posteriores a la catástrofe, los liquidadores desbordaron los hospitales de todo el país. 20 años después, quienes han sobrevivido siguen visitando con frecuencia la unidad especializada del hospital número 6. Todos son víctimas de los que los especialistas han denominado el «Síndrome de Chernóbil».
“Todos tenemos diversos síntomas. Problemas cardiacos, hepáticos, digestivos, renales y del sistema nervioso. Nuestros organismos quedaron muy afectados por los cambios metabólicos que nos causó la radiación y la exposición química.”
Estos hombres no tenían ni 30 años cuando fueron enviados a luchar contra la energía atómica. Hoy no han cumplido aún los 50, y luchan como ancianos por sobrevivir. Según las autoridades militares, 20.000 de los 500.000 liquidadores de Chernóbil han muerto y 200.000 sufren una minusvalia oficialmente reconocida.
En 1991, tras la disolución de la Unión Soviética, una diputada del Soviet Supremo, descubrió que las verdaderas consecuencias del desastre de Chernóbil, se habían estado ocultando de forma sistemática. Aprovechando la anarquía que reinaba en el país, pudo hacerse con una copia de un documento secreto de 600 páginas. Un informe para el Comité Central que se había escrito mientras se libraba la batalla de Chernóbil.
«Cuando leí este documento, descubrí que todo había ocurrido de otra forma, y hasta que punto nos habían mentido los líderes del partido. Según el decreto número 12, el 12 de Mayo de 1986, ya se había hospitalizado a 10.198 personas, 345 mostraban indicios de lesiones por radiación. Mientras tanto, a nosotros nos estaban diciendo que todo estaba bien, que no pasaba nada grave. Me di cuenta de como nos habían estado mintiendo.»
Otro fragmento revela que las autoridades, habían modificado arbritariamente los valores. Habían quintuplicado la dosis de radiación que se consideraba aceptable para el cuerpo humano. «De pronto al cambiar el baremo, la gente se curó milagrosamente. Les daban el alta en el hospital, y los mandaban a casa. ¡Fue vergonzoso!»
“El elemento más peligroso derivado de la explosión del reactor de Chernóbil, no fue el Cesio, ni el Plutonio, sino las mentiras, fue la mentira del 86. Así es como yo la llamo. Una mentira que se propagó como la radioactividad por todo el país, y por el mundo entero.” El 17 de Abril de 88, segundo aniversario del desastre, el académico Legasov que había trabajado tanto para revelar la verdad, decidió acabar con su vida.
Los opositores mas acérrimos a la política soviética de transparencia, fueron los franceses que llegaron a negar que la nube radiactiva hubiera pasado sobre su país. 20 años después en Francia, y en particular en Córcega, se registran casos de cáncer de tiroides de la misma naturaleza y gravedad que los de las regiones cercanas a Chernóbil.
Hoy en día, 8 millones de personas viven en zonas contaminadas de Ucrania, Rusia, y en especial Bielorrusia. Llevan 20 años alimentándose con los productos contaminados que se cultivan en la zona. Esta fue una de las cuestiones que la delegación rusa planteó en la conferencia de Viena de 1986, que se ignoró cuidadosa y estratégicamente. Entre 1986 y 2002 se ha operado a 1150 niños de cáncer de tiroides en un centro especializado de Minsk. ¿Cuántos más habrá en otras ciudades? Aún no se ha publicado ninguna estadística a escala mundial.
Youri Bandajevski es un médico que ha estado estudiando las enfermedades de las poblaciones cercanas, desde la catástrofe. Cuando publicó sus hallazgos en 1996 fue detenido y condenado de inmediato. Lo sentenciaron oficialmente por un delito de corrupción, y paso cinco años en la cárcel. En Noviembre de 2005 seguía bajo arresto domiciliario. «Esto es lo que ocurre, si la madre se contamina con Cesio durante el embarazo. En una sola familia, se producen todo tipo de deformaciones: labio leporino, carencia de algún ojo, cráneos deformados.» Estos son embriones de hámster alimentados con hierba contaminada de la región de Gomel.
Actualmente en Bielorrusia, hay 300.000 niños que sufren las consecuencias de la radiación. Algunas ONG como la Cruz Verde Internacional, fundada por Gorvachov tras dejar el gobierno en 1991, han abierto centro de asistencia sanitaria y apoyo a las víctimas de Chernóbil. También realizan campamentos terapéuticos para enseñar a las nuevas generaciones de las zonas contaminadas como convivir con la radioactividad. Por ejemplo enseñándoles a comprobar cual es el grado de contaminación de los alimentos.
«¿Cuanto años más continuaremos con esto? ¿800? ¿Hasta que nazca el próximo Jesucristo? ¿Hasta que regrese?»
«Chernóbil nos demostró la verdadera magnitud de las consecuencias de que la energía nuclear esté en manos del ser humano. Calculamos que nuestro misil más potente, el SS-18, la cabeza nuclear que más temían los Estados Unidos, tendría el efecto de 100 Chernóbils. Y disponíamos de 2700 misiles así. Eran los misiles destinados a los estadounidenses. ¡2700! Imaginen el grado de destrucción.»
Se esta construyendo otro sarcófago, pero su construcción ya lleva 10 años de retraso. Es una estructura de 108 metros de alto que cubrirá el primer sarcófago y cuyo coste asciende a 1000 millones de dólares. Se ha establecido un fondo internacional bajo la dirección de Hans Blix.
20 años después de la explosión, el magma del núcleo del reactor ya enfriado, que sigue a 14 metros bajo tierra, continua siendo una terrible amenaza que perdurará en los años venideros.
«Rezo a Dios para que el sarcófago no se derrumbe. Eso sería lo peor que podría ocurrir, porque en su interior hay 100 kilos de plutonio. Un microgramo es la dosis mortal para el ser humano, lo que significa que hay plutonio suficiente para envenenar a cien millones de personas. La vida media del plutonio, es decir, el tiempo necesario para que la mitad del plutonio desaparezca son 245.000 años. Es una partícula que podemos considerar eterna.”
Un segundo documental, enfatiza la repercusión que Chernóbil ha tenido en los niños. PERO NO RECOMIENDO ESTE DOCUMENTAL, SI NO TIENES UNA FUERTE ENTEREZA.
Aunque es muy humano (se ven a muchas personas ayudando a estos niños), EN DETERMINADOS MOMENTOS CONTIENE IMÁGENES QUE HIEREN FUERTEMENTE LA SENSIBILIDAD. Por ejemplo no recomiendo ver 12’ 30’’ – 14’ 00’’.
http://www.mediafire.com/file/fimhy48pfpjmtkl/CDCH.part1.rar
http://www.mediafire.com/file/vpxmd45sgdskvtp/CDCH.part2.rar
Aquí tienes un largo listado de ONGs y asociaciones, que tramitan la acogida de un niño de Ucrania o Bielorrusia en Verano. Aunque parezca que tan poco tiempo sirva de poco, en realidad, gracias a una buena alimentación, consiguen reducir su nivel de radiactividad entre el 30% y el 40%, según datos del instituto independiente de seguridad radiológica BELRAD.
http://www.venconnosotros.es/index_archivos/enlaces_acogimiento_ninos_chernobil.htm
«La Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos»
Antiguo refrán indio.
El lento final de la energía nuclear
25/04/11 | ENERGÍA