Día 1: La casta del cambio climático es el gas, el carbón y el petróleo

30/11/15 | ENERGÍA

Por: Juan José del Valle | @kaidelvalle
El objetivo de la COP21 es claro: contener el calentamiento de la Tierra por debajo del límite de los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales (1850). Ahora, ¿cómo lo hacemos? Pues es fácil, ya disponemos de diferentes tecnologías para lograrlo y de las ganas y motivación de miles de millones de personas que ya saben que lo del cambio climático sólo traerá dolor y miseria.
Algo en lo que todas las personas estaremos de acuerdo es que no deberíamos seguir emitiendo tanta cantidad de gases de efecto invernadero. También sabemos que mañana mismo no podemos parar las plantas que queman carbón o gas, paralizar todos los vehículos que nos transportan emitiendo gases, cerrar fábricas que emiten gases para fabricar cosas que necesitamos. Pero si mañana empezamos a trabajar en ello, dentro de un año lograremos sustituir algunas plantas contaminantes por plantas renovables, sustituir vehículos contaminantes por transporte público, consumir cosas de lugares más cercanos. Entonces… haremos una fiesta! Lo celebraremos y nos pondremos un nuevo objetivo para el año siguiente!
De eso trata el siguiente artículo: cómo lograr año a año celebrar hitos que nos permitan lograr nuestro objetivo: quedarnos por debajo de los 2ºC de aumento de temperatura del planeta. Vamos a hablar de lo nuestro, de energía fotovoltaica, y tenemos fe en que habrá profesionales en otros sectores proponiendo sus planes: médicos, transportistas, arquitectos, profesores… Si trazamos hojas de ruta viables y realistas, entonces lo conseguiremos.
¿Qué es lo que está emitiendo gases de efecto invernadero a la atmósfera?
Si los gases de efecto invernadero son el enemigo a abatir, lo primero que debemos hacer es localizar el principal foco de esos gases. Los informes nos lo ponen fácil: el 60% de las emisiones proceden de consumir energía. Resulta sorprendente que en pleno siglo 21, el 80% de la energía y el 66% de la electricidad que se consume en el mundo procede de combustibles fósiles. 
Así que ya empezamos a ver, que solucionar lo del cambio climático no es tan complicado como nos querían hacer ver. Una solución ganadora es sustituir ese 80% de energía de origen fósil, por energía limpia y renovable. Si como dicen los bomberos hay que atacar el foco del incendio, nuestro foco va a ser la energía sucia y nuestra agua las renovables.
Por suerte no estamos en los años 60, donde las renovables eran caras y poco fiables, ni en los 70 cuando comenzaron las primeras plantas piloto de eólica y fotovoltaica. Casi 50 años después resulta que las renovables ya son más fiables, limpias y baratas que las otras energías.
Entonces, ya podemos ponernos a construir cada año, miles y miles de centrales renovables, porque además como son más baratas, son fuente de empleo y riqueza y son rápidas de desplegar, pues no hay motivo alguno para no hacerlo. Según se vayan construyendo centrales renovables se pueden ir cerrando centrales sucias de carbón y de gas. Y si además sustituimos el parque de coches, por autobuses eléctricos, trenes y coches eléctricos, pues hará falta más electricidad que la actual así que construimos más centrales renovables que produzcan electricidad limpia. Y como hay muchos países que están incrementando el bienestar de su población, saliendo de la pobreza y consumiendo más energía, pues también habrá que construir más centrales renovables para satisfacer el derecho que tienen al acceso a la energía.
Y si esto es tan de sentido común, ¿por qué no lo hacemos? Pues porque además de luchar contra los gases de efecto invernadero tenemos un segundo enemigo…
El segundo enemigo
Resulta que actualmente ese 80% de energía que consume el mundo de origen fósil, es la fuente de riqueza de muchas personas poderosas y sus empresas. No hablamos de la gasolinera de la esquina, sino de grandes petroleras, empresas gasísticas, empresas constructoras que construyen gigantescas infraestructuras como gasoductos, plataformas Castor, etc.. Es obvio que no van a estar de acuerdo en cerrar su negocio por el bien común, tan obvio como que es el Estado el que debería velar por el bien común, no las empresas privadas. Un oligopolio es muchísimo más lucrativo que una pyme, ganar 3.000 millones de euros cada trimestre te da mucho más poder de influencia que la típica manifestación de 10.000 personas caminando de Cibeles a Sol.
Así pues, para evitarnos esas desilusiones y su pregunta recurrente de ¿por qué ha vuelto a fracasar la Cumbre del Clima? debemos estar informados y tener identificado al segundo enemigo que tiene mucho más dinero, más medios, más influencia que la que tiene actualmente toda la sociedad organizada del mundo.
Iberdrola es un buen ejemplo de una empresa que aumenta la temperatura del planeta. Iberdrola inspiró el famoso impuesto al sol para penalizar a los productores de energía renovable. Iberdrola quema gas en sus numerosas plantas de ciclo combinado, quema carbón y tiene 2 centrales nucleares cuyos residuos la humanidad tendrá que pagar durante miles de años. Iberdrola paga sumas millonarias en publicidad para simular que apoya la lucha contra el cambio climático, cuando lo que hace es emitir a la atmósfera gases de efecto invernadero. Iberdrola forma parte de un lobby que ha logrado imponer al Gobierno la paralización de los incentivos a las energías renovables. Así pues, como el gas, el carbón y el petróleo, Iberdrola forma parte de la casta del cambio climático.